CÓMO LLEGÓ EL CAFÉ A MI VIDA
CÓMO LLEGÓ EL CAFÉ A MI VIDA
Nací en Caracas, Venezuela, en mayo de 1986. Igual que millones de personas, me fui de mi país por varias circunstancias, entre ellas la más importante: lograr mi futuro como actriz. Y así fue como llegué a Colombia en 2011.
Me instauré en Bogotá, y pude sentir la diferencia clara entre la cultura caribeña de la que yo provenía y la idiosincrasia de la capital colombiana, situada a más de 2500 metros por encima del nivel del mar: el clima, el hablar de su gente, la comida, el ritmo de la ciudad, la proximidad entre las personas… fue un contraste notorio, a pesar de ser países tan vecinos.
En 2014 conocí a la persona que se convertiría en mi socia; una mujer de familia cafetera, apasionada por los procesos y los métodos que hacen del café algo mucho más especial de lo que yo podía imaginar. Fue con ella y con su familia que conocí el eje cafetero del departamento de Caldas, específicamente de Chinchiná. ¡Allí se me llenaron los ojos de paisajes tan diferentes! Montañas repletas de matas de café, llenas de tonalidades verdosas que inundaban el entorno… Y también se me llenó el corazón al ver cómo el mundo cafetero aporta un carácter particular a las personas que viven de él: entre sus matas, en sus fincas, en su naturaleza. Lo emocionante que representaba el llegar a un cafetal y oler su aroma, tomar café todos los días y compartirlo con amigos y visitas, distinguir sus notas más ácidas, más dulces, más amargas…
Un día fuimos a una trilladora de café. Allí es donde se remueve la cáscara del grano recién recolectado hasta transformarlo y clasificarlo en café verde o excelso, dejándolo listo para exportar. El papá de mi socia trabajaba en esa trilladora, y nos dejó ver la clarísima diferencia entre lo que podríamos denominar “café malo” del café de calidad. El café malo, llamado comúnmente “pasilla” o café de consumo, era aquél que contenía granos de café picados, deformes y demás defectos. Se podía observar a primera vista: sus granos tenían un aspecto que no provocaba siquiera olerlos. Sin embargo, es un café apto para el consumo; tanto, que es el que cuenta con mayor cantidad de consumidores en todo el mundo. Fue justo en esa inmersión de aprendizajes, donde mi socia y yo decidimos emprender nuestro primer negocio de café de especialidad. Decidimos informar a la gente de las diferencias entre la pasilla y el café de calidad, y lo preparábamos con distintos métodos que resaltaban los aromas y sabores que tiene el buen café. Y me apasioné.
Paralelamente a este emprendimiento, seguí ejerciendo como actriz, teniendo participación en varias series y novelas, siendo las más relevantes El Comandante, y Café con Aroma de Mujer. Esta última fue un éxito rotundo en Netflix, y me llevó a ser conocida internacionalmente como La Maracucha.
…y se hizo AROMAS!
En 2021 viajo a España y me instauro en Barcelona, donde actualmente resido. Y como si del destino se tratase, comienzo a conocer gente maravillosa, locales y migrantes latinos que, como yo, habían llegado a Barcelona y habían hecho de esa ciudad, su hogar. Y a través de las sinergias, surge la oportunidad de crear una empresa de café de calidad, con origen colombiano, y con especial interés en mostrar su cultura e historia.
Así nace CAFÉ AROMAS: mi nueva marca de café con sede en Barcelona, que ofrece calidad a todos los consumidores, y un justo pago a sus trabajadoras y trabajdores colombianos. Un café que va a mostrar una parte de Colombia, y las historias de las personas que hay detrás.
Estoy feliz de que ustedes puedan conocer un trocito del país que tanto me acogió y me permitió crecer. Que puedan oler su maravilloso aroma, y puedan aprender de sus procesos, de sus propiedades, y de su cultura. Y por supuesto, puedan conocer las manos de las que provienen.
BIENVENIDOS A CAFÉ AROMAS.